La Malpensante Moda, portada de la edición 2020. Joan Juliet Buck, escritora y actriz norteamericana en la portada fotografiada por Ruven Afanador.
Ojalá deseen tenerla ante sus ojos y en sus manos. Nos haría muy felices a un equipo de 57 personas. Honramos la moda colombiana y el buen hacer editorial. Una revista impresa para acompañarles largo tiempo y en cualquier lugar. Son 128 páginas y pesa 250 gramos.
Aquí está un repertorio cuidadosamente escogido de marcas colombianas que apuestan desde el diseño contemporáneo por la tradición artesanal y el esfuerzo productivo en colaboración con comunidades en el país
Serie de entrevistas en esta revista digital y en @sillaverde Instagram sobre Artesanía & Diseño en el siglo XXI.
La Malpensante Moda, portada de la edición 2022. Claudia Bahamón en la portada fotografiada por Giorgio Del Vecchio.
Katy Perry usó la camiseta en su estancia en la Universidad de Nevada, para promover la candidatura de Hillary Clinton.
Angélica Gallón
Editora Moda Univisión
Durante la tensa campaña presidencial entre Hillary Clinton y Donald Trump y después del asenso del millonario al poder, inesperadamente, una prenda básica, anodina, habitante de armarios lujosos y sencillos, desconocedora de razas o de siluetas se convirtió en una capa mágica de protección para las mujeres: la camiseta.
Cuando en el debate presidencial del 20 de octubre de 2016, el entonces candidato le susurró apenas de manera audible a Hillary Clinton “such a nasty women”, parecía imposible pensar una ofensa más contundente de parte del republicano para con las mujeres.
Ellas, sin embargo, esas madres, esas amigas, esas trabajadoras, estudiantes, periodistas que lo veían en la televisión encontraron una manera más inteligente para contrarrestar el poder de la ofensa que simplemente indignándose.
Al otro día, tiendas online y de jóvenes diseñadores estaban inundadas de camisetas estampadas en las que se podía leer ‘I am a nasty women’ (“Yo soy una mujer desagradable”). Era como si, de repente, por llevar de manera masiva el agravio impreso en el pecho o en la espalda las mujeres vaciaran de sentido las palabras ofensivas y les inventaran un nuevo significado, uno que las reivindicaba, que las unía, que las identificaba.
Ver esa frase colándose en las aceras de las ciudades en camisetas de jovencitas que al otro día iban a la oficina, verla en los desfiles de moda en Nueva York -que desplegó todo tipo de consignas anti trumpistas en otras camisetas, en vestidos y hasta en hot pants- y vérsela a la propia Hillary Clinton parecía la comprobación de que si Estados Unidos y el mundo iban a entrar en la era Trump, las mujeres iban a tener que desarrollar inteligentes escudos que fueran difíciles de repeler, de callar, de amenazar.
Esa revolución callada de las camisetas, era la comprobación de que la política y más importante aún la oposición iba a tener que jugarse y ejercerse en unas arenas menos tradicionales, menos obvias, unas casi desconocidas y hasta incomprensibles para los habitantes del poder.
No dejaba de ser una paradoja que esa prenda muy masculina que en la década de los 50 dejó de ser ropa interior de hombre para convertirse en el emblema de los chicos malos como James Dean fuera, más de medio siglo después, una silenciosa máquina para promocionar los sentires más urgentes de las mujeres.
Las mismas editoras de Vogue de la revolcada década de los 70 habrían visto las camisetas ‘nasty’ como un acto reprochable. Si las inofensivas estampas de ‘Love’ y ‘Peace’ que de manera vanguardista puso sobre sus camisetas la diseñadora Katherine Hamnett, -una de las primeras en plasmar mensajes sobre la tela de sus prendas-, hicieron salir corriendo a las encopetadas editoras de la revista de su estudio de diseño, ¿qué conmoción les habría provocado el agravio hecho eslogan?
Podía vaticinarse, sin embargo, que el destino de la camiseta ‘nasty’ no iba a ser otro distinto que esfumarse en el vertiginoso ritmo de las tendencias. Pero cuando en octubre de este año, casi 10 meses después de que la camiseta reinara en las protestas de Washington ante la posesión del presidente Donald Trump, la incómoda prenda volvió a aparecer.
Esta vez se trataba de la alcaldesa de Puerto Rico, Carmen Yulín Cruz, que al ser crítica con la forma como el gobierno de EEUU había manejado las cosas tras el paso del devastador huracán María sobre la isla, había de nuevo recibido la ofensa favorita de Trump: “nasty”.
En el rifi-rafe político, la alcaldesa no quiso amedrentarse y salió en los noticieros nacionales dando sus declaraciones muy seria y enfática vistiendo una camiseta negra con letras blancas y gruesas en las que se leía: N A S T Y. “Lo que es verdaderamente nasty es que se le dé la espalda al pueblo de Puerto Rico", sentenció después.
En realidad entre el episodio de Hillary y el de la alcaldesa de Puerto Rico, la prenda se había mantenido viva y palpitante durante todo el año. Al final, detrás de ese pedazo de tela se había erigido incluso una estrategia aun más trasgresora que su propia materialidad: los recursos obtenidos de la venta de esas camisetas fueron destinados para donaciones a la red de clínicas de salud reproductiva femenina Planned Parenthood, amenazadas por las políticas del presidente Trump.
Sí.
Donald Trump podrá ser una máquina de producir ofensa contra las mujeres.
Pero las mujeres tienen su propia máquina para defenderse.
Cada nuevo agravio: una nueva camiseta.
Cada nueva camiseta: una nueva tendencia y una manera más de juntar dinero para hacer que sus políticas, al igual que sus palabras, no tengan efectos sobre nuestro cuerpo.
Esta compañía tiene su sede en Bogotá -"la ciudad asentada sobre una silla verde"- tal como alude el escritor Germán Arciniégas a las montañas orientales que la resguardan.
ROCIO ARIAS HOFMAN es politóloga y periodista en radio, prensa, televisión y medios digitales. Nace en Madrid y vive en Colombia desde 1994.
Consultora del Programa de Moda y Joyería de Artesanías de Colombia (2015-2022) y cofundadora de la plataforma comercial MODA VIVA. Dirige el ciclo de debates MODA 360 de la Cámara de Comercio de Bogotá (2015-2019) y la franja de conocimiento de Bogotá Fashion Week (2018, 2019 y 2022). Ha sido colaboradora de El Espectador, El Malpensante, Fucsia, Diners y Vogue Latinoamérica.
2012: Revista digital sentadaensusillaverde.com / 2016: Fundación de SILLAVERDE SAS / 2017: Estreno de LA VIDA ANIMADA en Youtube en alianza con Expor Mannequins. / 2018: Podcast TALKING CLOSET en alianza con Akorde. / Desde 2019: Asesorías para la creación de contenidos editoriales y elaboración de narrativas de moda para clientes del sector privado. / 2020-2021-2022: Publicación de la revista impresa anual La Malpensante Moda en coproducción editorial con Fundación Malpensante. / Desde 2021: Realización de la serie de entrevistas AL HILO por IGLive SillaVerde y publicación de la columna "Las pinzas de la langosta"
SillaVerde cuenta con un equipo de investigación, producción ejecutiva de proyectos, producción de editoriales de moda y diseño gráfico.
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